Es hora de deletrear la P A Z
- David Betancourt
- 19 feb 2016
- 3 Min. de lectura
Es hora de deletrear la P A Z
Este 23 de marzo de 2016 es la fecha límite para firmar el acuerdo final que terminará la más larga guerra de Colombia. Mucho se habla hoy sobre la expresión refrendación (bajo el punto seis de la agenda), que según el jefe de la negociación del gobierno, no se usó con carácter técnico, sino que: “es una expresión de textura amplia” de mecanismos de democracia directa, y la discusión sigue girando en torno a ella.
Hay varias razones de carácter democrático en favor de la refrendación popular que va en armonía con el espíritu de la carta política de 1991, como que no se imponga la fórmula por las dos partes en la mesa a los ciudadanos, en un conflicto de más de cincuenta años, donde hay responsabilidades históricas e ineludibles de ambas partes.
Los ciudadanos esperamos ver con optimismo una paz posible, y que se acerca rápidamente el 23 de Marzo, pero sin duda no se puede desconocer que la refrendación no puede quedarse en el acto formal de manifestar públicamente la aprobación de lo acordado en la Habana, sino que es el inicio de un largo proceso de cambios de actitud ciudadana de tolerancia real y de búsqueda constante de la verdad. En un país marcado por la corrupción que afecta aún más que la reciente amenaza mortal del virus del Zika, que invade y engendra nuevos actores de tristezas en casi toda la institucionalidad moderna, necesita un antídoto inminente ante dicho mal, pero para que la cura de la paz pueda ser estable y duradera debemos hablar de Igualdad de oportunidades reales de emprendimiento para el campo. Colombia es un país agrícola, pero no me canso de resaltar el hecho de que sigue siendo la cenicienta en la agenda del desarrollo productivo, promover las exportaciones de productos de valor añadido 100 por ciento colombianos, hasta ahora paso a ser una estrategia de marca país, la paz está en el emprendimiento y en el agro, en nuestro recursos biológicos y la biodiversidad existentes y que debemos proteger si queremos ser herederos y protectores de esta magia salvaje.
Pero se requieren cambios de pensamiento y de actuar más agresivos para dar oportunidades reales a los niños que siguen inexplicablemente muriendo por enfermedades causadas por desnutrición en zonas como la Guajira, donde los responsables no existen. Se buscan actores de cambio que sean conscientes que para que la paz exista, tiene que estar dentro del corazón humano, derrotando el egoísmo, y en el actuar de millones de colombianos, es lo que los americanos llaman: “de abajo hacia arriba” hasta irradiar con luces de esperanza la institucionalidad corroída y desgastada de gentes que por sus acciones no contribuyen a que la historia cambie definitivamente en favor de una sociedad más limpia en su actuar y libre del virus de corrupción, con claros horizontes para los jóvenes del mañana.
Jóvenes que han dejado de creer en la política como el arte más excelsa y noble de creer y luchar por un futuro feliz, mejor, común, por los intereses de los más débiles, y se enojan cuando escuchan voces en el norte de personajes famosos por sus fortunas pero pobres en ideales que se alejan de los pilares democráticos, de los mismos valores que fundaron las grandes naciones de innovadores y hacedores del progreso humano.
En Colombia hay esfuerzos actuales de generación de nuevos productos e ideas que tienen potencial de cambiar el mundo y dar pasos reales para la paz, para refrendar desde casa uno de nosotros, el progreso, como ejemplo de ello, resalto la entrevista con la empresa de cacao- Lök Foods - de cacao nacional exportable, conscientes de la necesidad de generar cadenas de comercio justo y sostenible, quienes desarrollan productos saludables y de valor añadido locales. Hay también esfuerzos por hacer para registrar su marca en otros continentes y así compartir con el mundo unos productos que tienen potencial y oportunidad real para la paz.
Los dejo con este poema de Octavio Paz, con el que se despidió el Para Francisco Jorge Mario Bergoglio desde Ciudad Juárez, México esta semana: «Soy hombre: duro poco / y es enorme la noche. / Pero miro hacia arriba: / las estrellas escriben. / Sin entender comprendo: también soy escritura / y en este mismo instante / alguien me deletrea.» Octavio Paz «Hermandad» («Árbol adentro», 1987)
¡Deletreemos la paz, Colombianos!
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